El pasado viernes 9 de noviembre tuvo lugar en Alzira (Valencia) la ceremonia de entrega de los premios literarios Ciutat d’Alzira. La obra Genes y genealogías. Sobre nuestra herencia cultural y biológica, que he escrito en colaboración con Damián H. Zanette, fue galardonada con el XVIII Premio Europeo de Divulgación Científica “Estudi General”, y será publicada próximamente por la editorial Bromera. Podéis ver la noticia de los premios y algunas fotografías en el diario El País, en la Universitat de València o en el portal digital Ribera Express (en valenciano).
Damián y yo nos conocimos hace quince años en Berlín. Pronto descubrimos que compartíamos intereses por el estudio de la formación de patrones culturales, incluyendo la organización de ciudades, la herencia de los apellidos, las propiedades de los árboles genealógicos o la lingüística. Desde entonces, y a pesar de residir en distintos continentes, hemos publicado una docena de artículos sobre estos temas. En el momento de decidir escribir esta obra, hace ya varios años, nos planteamos la necesidad de hacer llegar al público general (y a nuestra familia y amigos en particular) el resultado de nuestras investigaciones y las reflexiones que en nosotros habían despertado. El libro que ha sido premiado representa una feliz culminación de esta andadura. Creemos que este premio será el vehículo que permitirá la difusión de nuestro trabajo, y representa un importante aliciente para perseverar en la esencial actividad de transmisión de la ciencia a la sociedad.
La obra
La abundancia de ciertos apellidos y la escasez de otros es un resultado inevitable de la forma en que estos se heredan, y no depende de la historia familiar o de las habilidades de los apellidados de una u otra forma. Por otra parte, mientras que el apellido es transmitido a través de una única línea de ancestros (en el caso de España sería por la línea que se remonta únicamente a través de nuestros ancestros varones), el número de antepasados se dobla en cada generación. Debido a este crecimiento exponencial, en unos cientos de años tendríamos más individuos en nuestro árbol genealógico del total que poblaba la tierra en aquel momento. Lo que sucede es que, debido a los matrimonios entre personas con distinto grado de parentesco, los individuos se repiten en nuestra genealogía. Sorprendentemente, cuando comparamos los árboles genealógicos de dos individuos coetáneos descubrimos que, al remontarnos en el tiempo, cada vez muestran más semejanzas, tantas que en un tiempo no muy remoto resultan idénticos. Nuestros genes estuvieron una vez repartidos entre los individuos de toda esa población ancestral, y la fracción que podemos haber recibido del individuo que nos legó su apellido es ínfima. En este libro presentamos argumentos bien fundamentados que pretenden que nos replanteemos el valor de la herencia, y hacernos dudar de que seamos lo que hemos heredado.